Enero fue el mes de seguir el llamado del océano, el llamado del agua. El llamado a la vida y a la libertad, el llamado a confiar en los instintos, a confiar en la sabiduría del alma y del cuerpo, a escribir, a errar, a dejar atrás todo lo que me trate de llevar a la tierra reseca, el mes de los planes y las creaciones... Regresar a los hábitos simples de nadar, respirar, sanar, amar. Es un mes que quiero mucho, es el momento para escuchar las olas y sumergirse con ellas.
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