lunes, 30 de abril de 2018

Nunca supe su nombre

Rock and Roll de los 90. Dos copas, una con ron, otra con limón. Mi hermana tomaba una cerveza artesanal. Fuerte sabor a madera seca mi boca, como cuando me fumo un porro. No es sed. Es solo una pequeña sensación abrasiva. Mi cabeza está siguiendo la guitarra. No puedo evitar dejar de pensar en las voces un poco desafinadas. La banda es de una chica y un chico argentinos. La chica rubia y delgada con su guitarra eléctrica rosa; el chico moreno y de pelo largo con su guitarra (creo que era negra, no lo recuerdo). Había algo dulce en ellos. Creí pensar "le sudan las manos", no sé porqué.

Este bar tiene una especie de muros incompletos que hacen que el que pase por el frente esté como temporalmente adentro, aunque sin entrar. Parece invitar al que pasa a mirar, saludar, participar por unos segundos de lo que está pasando adentro. Así fue como nos encontramos. Él pasaba por ahí y se quedó mirándome a los ojos, como si me conociera. Yo hice lo mismo. Sonreímos, nos saludamos, fuimos cómplices de una travesura infantil. Me pidió que saliera a su encuentro. Salí. Hablamos. Reímos. Hubo tiempo hasta para un abrazo. Me presentó a su amigo. "Es algo energético, te vi ahí tan hermosa"... "Sí que fue algo energético"... (No lo dije en voz alta, solo con mis ojos: "también eres el chico más lindo que he visto en mucho tiempo")

Entendimos que esa pequeña intersección energética era en sí misma especial. Él siguió su camino. Yo regresé al bar. Nunca supe su nombre. 

jueves, 12 de abril de 2018

Lento

¿Por dónde empezar? Hace tiempo que no escribo. Escribir es pretender ser estúpido cada vez que lo intento, disfrazar verdades con mentiras, hacer sonar ridículo, cliclé, innecesario, lo que en realidad es importante, vital, de vida o muerte para una voz... 

A el que escribe no le queda de otra que ser humilde. Se enfrenta con su propia estupidez e incapacidad una y otra vez; la mira a la cara, la reconoce. Es escuchar y ser incapaz de transmitir la belleza o la ridiculez humana que llevas por dentro y que adentro es visceral y fuerte; y afuera, en palabras, no es ni una mala caricatura, no llega a ser ni a un mal cover de una gran canción. 

Es que no importa cuántas palabras use, no podré explicarte lo hermoso que cantan los pájaros hoy, ni lo irritante que son los gritos de los niños casi siempre. No podré explicarte las ganas de mi corazón de escaparse de mí cuando sigo instrucciones y él se siente rebelde y creativo. No podré explicarte lo difícil que es el día a día casi siempre. Levantarse todos los días a una misma hora, cumplir con una serie de labores que a veces tienen sentido y otras veces no... Hacerlas, encontrarles sentido a veces y otras veces no. 

Las cosas que a casi todos les parecen normales, son para mí batallas épicas, o dolorosas discusiones de mí contra mí... 

¿Es esto todo lo que puedo hacer? ¿Soy aquella guerrera todavía?  ... Crezco, lo siento, lo reconozco. Pero siento que crezco a la velocidad más lenta a la que le es posible crecer a un ser. Me gusta la lentitud. Peleo contra todo el que no la entiende, la defiendo. Pero lentitud: a veces dueles! A veces confundes! A veces pesas y me encorvas los hombros! A veces cuesta amarte y me haces sentir sola! Y no sé si lo sabes... Pero eres todo lo que tengo.