Mi mente no está exenta de ese continuo divagar. Qué difícil es entender que está bien. Qué difícil es dejarla correr. Volverse arena y observar como disfruta del viento. Arrojar la necesidad de control por cualquiera de esos agujeros negros que he aprendido a crear... ¿o no? A veces parece que aún no están terminados... Devuelven los recuerdos en forma de lágrimas, en forma de nudos en la espalda, en seres invisibles que suben por mi garganta y se las arreglan para quebrar mi voz.
Yo sé que un día crearé una canción por la que pueda arrojar lo que no quiero sentir.
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