lunes, 30 de enero de 2017

Hoy no

Escribo para no aburrirme. Escribo para llenar el vacío. Escribo porque es la única forma que encuentro de ser sin él. No lo conozco y ya lo extraño. No lo conozco y confieso que a veces temo no conocerlo... y entonces, escribo. 

Creo en él casi como creo en mí. No me pidas ser independiente todo el tiempo. Casi siempre soy feliz en mi cuarto acariciando mi gato y escribiendo canciones. Casi siempre soy feliz encontrando sensaciones en mi cuerpo, descubriendo mi voz o sumergida en los escritos de García Márquez. Casi siempre soy feliz solo por no necesitar a alguien más para sentirme plena, casi siempre encuentro lo mejor de cada momento. 

Hoy no. Hoy quiero permitirme ser un poco tonta. Hoy quiero permitirme no estar feliz. Y sí, hoy pienso que hay cosas de las que me arrepiento... ¡lo acepto! A veces la luz encandila los ojos de mi alma y ella las apaga. Son la 1:38 de la tarde en Medellín, es medianoche en mi universo y no pienso presionar la salida del sol. Estoy despierta, en mi trabajo... y es media noche

Abrazo lo que siento y dejo que la música sea nube, sea lluvia, sea tempestad. 

Hoy es un día como cualquiera, y a la vez, diferente. Hablan en mi oficina. Historias de un fin de semana. Historias de las que otro día estaría riendo... todas las historias son iguales, las he vivido, las he sentido, pero hoy no me importan... hoy son ruido. Hoy quiero permitirme no ser yo, ser la que nunca he sido: la irracional, la niña, la que no piensa mucho, la que se deja llevar, la que se siente vulnerable, la que está aburrida y escribe para pasar el rato. 

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