Los sonidos son la puerta. La música es el arte más dulce porque te requiere presente completamente. No puedes cerrar los oídos, pero puedes desviar la atención. Puedes fingir escuchar e irte o puedes escuchar sin que nadie lo note. Es un arte sutil ese de los sonidos organizados. He estado ausente gran parte del día, porque estar presente es siempre una decisión y a veces me olvido de tomarla o me distraigo en cosas sin sentido y sin esencia.
La música, de la misma forma que vivir, nos exige completos a su disposición para poder ser disfrutada y entendida. A veces es difícil disponer el espíritu, estamos saturados de sensaciones, de sabores y de sentimientos, como cuando comemos demasiado y somos incapaces de disfrutar un saborcito dulce que sólo disfrutamos cuando comemos lo que necesitamos y no más.
En el espíritu sucede algo similar, ahí adentro las cosas se ensucian si no bajamos constantemente a limpiar la basura, y cuando menos pensamos, no nos encontramos. Creo que nunca somos lo suficientemente sabios como para no dejar pasar basura, así sea en pequeñas cantidades. Escribo y limpio, escribo y me conecto, escribo y me siento siempre un poco más yo, un poco más real.
Escribo y soy capaz de escuchar y entender un poco mejor la música porque de alguna manera escribir es entrenar la capacidad de estar presente a voluntad, de dejarme llevar por los sonidos o no. La música y las palabras pueden ser muchas cosas, pueden ser todo, creo que son un reflejo de uno mismo y lo que uno desea de sí, por eso, en mi caso, son la tranquilidad de un camino que elijo siempre.
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