Un camino que no existía, que he ido creando, que aún es invisible para los que tienen el alma ciega, uno que yo apenas empiezo a recorrer, uno por el que voy despacio, sin prisa, tranquila. No tengo nada de lo que quiera escapar y mi corazón empieza a sonreír porque entiende que siempre ha sido libre y porque sabe que lo estoy escuchando, sabe que tiene un lugar privilegiado y que he ido construyendo un mundo subterráneo en el que puede descansar cada que quiera, cada que necesite bañarse en el río y dejar de escuchar al mundo de arriba, con sus afanes, pretensiones y vanidades. Que arriba se derrumbe todo, ¡no importa! Tengo hacia donde caminar.
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