lunes, 24 de febrero de 2014

Perspectiva

Escucho una verdad desde un punto de vista... y estoy de acuerdo... Escucho la misma verdad desde un punto de vista opuesto... y también estoy de acuerdo... 

Admiro tanto a los economistas, como a los poetas, los hippies y los defensores de la tierra... Ambos tienen razón, ambas posturas son válidas. Y además, ambas posturas me hacen falta. De ambas quiero saber... Y así pasa con ideas como la religión o la belleza... Escucho posturas muy radicales y los dos extremos tienen su atractivo y su verdad. Podría defender cualquiera de los dos. Decir que la religión hace a la gente más feliz y decir que la religión denigra a la mujer... Decir que las mujeres somos cosificadas en la publicidad y decir que buscar la belleza es también algo placentero y necesario para la felicidad... Decir que los gobiernos de izquierda buscan la igualdad y decir que estos mismos gobiernos pueden ser un desastre para la economía de un país... Decir que los que comemos carne somos inconscientes y decir lo difícil que es hacerse vegetariano.

Es así como me encuentro nuevamente perdida en la ambigüedad, llega otra vez la sensación de no pertenecer completamente, de no ser capaz de ser tan radical. Conocer más de una postura y escuchar con atención y con respeto, hace que sea difícil tomar partido. Y es que a veces tomar partido se convierte en una guerra para encontrar al vencedor, al que tenga la razón... y los extremos se hacen más extremos... y la propia verdad deja de ser importante, nos cegamos ante lo que sea que tumbe nuestros argumentos. ¿Quién no se ha visto en una de esas discusiones donde uno termina siendo mucho más radical en sus posiciones de lo que realmente es sólo para convencer al otro?

Si alguna vez me escuchas plantada en una posición y hablando sin parar a escuchar lo que tengas para decirme: pregúntame ¿Cuándo dejaste de ser consecuente con lo que escribes?

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