sábado, 7 de octubre de 2017

Constancia

Ni una sola palabra más... Se acabaron, no tengo, ¡me apagué...!

No sé quién está escribiendo, ni qué, ni porqué, ni para qué, ni para quién. 

No creo que escribir esto cambie algo, no creo que sea importante, no creo que me haga mejor; pero igual escribo. Es un salvavidas; pero no sé de qué me está salvando... O más bien, es una especie de adicción a la incertidumbre. No sé qué voy a escribir, hasta que lo escribo; no sé qué estoy pensando, hasta que mis dedos me lo informan. Es un canal de comunicación entre mi cuerpo y yo. 

Hay una conexión muy fuerte entre mi cuerpo y mis emociones últimamente. No siempre fue así, o no lo recuerdo... Pero sí recuerdo la búsqueda. Las clases de danza contemporánea fueron un permiso para explorar el movimiento de la forma como exploro el lenguaje: sin forma, sin pedirle permiso a nadie, ¡como un derecho que reclamo con mi constancia!

Escribo porque puedo y porque quiero... Así mismo aprendí a moverme, a correr, a entrenar cosas distintas, a atreverme de forma descarada a aprender cosas nuevas cuyo campo parece cerrado... 

La constancia abre las puertas, de eso estoy convencida. Acabo de descubrir porque escribo. ¡Escribo para entrenarme en el hábito de abrir puertas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hablemos... ¿Qué opinas? ¿Tienes algo para contarme?