Amarillos, marrones, punzantes, dulces, profundos, hirientes, sanadores, molestos, sonidos al ritmo del azar. He aprendido a disfrutarlos, la vida hace música siempre, música nueva a cada segundo.
En el azar, el infinito cabe en un instante. La vida se agranda. La belleza se diluye como la ilusión que es, para volver a engañarme con su teatro.
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