lunes, 6 de febrero de 2017

¡Qué raras somos las personas!

Seguramente no pensaría... Seguramente no necesitaría escribir. Nacería conectada como "por defecto". Siempre en ese estado de saber, ser, sentir y estar presente. No pensaría: "La nuez está dura, o qué rica está; o, prefiero esta rama porque se balancea de forma perfecta, la del árbol de la izquierda es chévere, pero es demasiado delgada, y la de la derecha no se balancea; o, el cielo de hoy amaneció de un tono un poco más anaranjado, hoy seguramente hará mucho calor, pero la temperatura de esta madrugada es perfecta..." Seguramente no pensaría nada de eso. Ni, "¡Wow, los pájaros hacen mucho ruido esta mañana!, ¿es porqué están más felices o porque están molestos o porque están planeando de dónde tomar agua durante el día? o, ¡qué bien se ve ella saltando de rama en rama con tanta gracia! 

Estoy desconectada la mayoría del tiempo y necesito palabras para re-establecer la conexión. Ella no. Si fuera una ardilla nada de esto tendría sentido. Yo no existiría. Sería, pero yo no existiría. ¡Qué raras somos las personas!

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