miércoles, 15 de febrero de 2017

Aquí estoy...

Está bien no saber qué hacer... Tengo el corazón adolorido, no sé porqué. Es uno de esos días en los que mi actitud natural de "no tomarse nada personal" y estar inmune a las emociones que no aportan y me sacan del camino, no es tan natural. 

Es el primer momento del día que tomo para observar que el mundo es el mismo de ayer, que los pájaros cantan igual, el viento mueve las hojas, los árboles son verdes, están allí las mismas flores rojas, las ardillas saltan con la misma gracias, flotan entre los árboles, la gente habla, grita, canta, siente, discute, sonríe, se emociona, es apática, está ensimismada, es amigable, tiene problemas que calla... Igual que ayer. 

Estoy sentada en la misma silla, también escucho Mozart y son las 3:12, igual que ayer a las 3:12... Los pájaros carpinteros se acercan... Recuerdo una imagen única de uno de copete rojo la semana pasada. Nunca los había visto abrir las plumas de la cabeza de esa manera... ¿Estaría feliz? ¿estaría conquistando a alguien? El edificio crea la misma sombra hoy que ayer a la misma hora, pero los árboles no, los árboles crean sombras diferentes, los árboles pintan su sombra. Los seres humanos creamos edificios, seres que no respiran, pero también creamos música. 

Todavía me duele el corazón, pero las palabras son un abrazo y una compañía, un recordatorio de que acá estoy, me presento para mí.

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