miércoles, 16 de mayo de 2018

Letras

Cortan la hierba. Canta la ciudad. El humo de la fábrica que a veces se confunde con la niebla o con las nubes, hoy, en una mañana en la que el sol de las 6 am es ya amarillo, es claramente humo que sale de la fábrica. ¿Será que los habitantes del puente miran el humo e imaginan figuras? 

Mis párpados pesan. No es que pesen realmente, es que los siento cada que se cierran. Se cierran hoy un poco más despacio. En  mi espalda, nudos. Me acomodo como cuando mi gata se estira. Los nudos se deshacen, o por lo menos, algunos de ellos. Unos suenan, otros no, unos se quedan allí dormidos. 

Tengo un par de audífonos pero no estoy escuchando nada a través de ellos. Como si abriera un libro y me quedara mirando la hoja y convirtiendo el texto en un paisaje de hormigas. 

Hoy, como notarán, no tengo nada que decir. Debería estar adelantando algo de trabajo. Si lo pienso, no es posible hacer todo lo que tengo que hacer en el tiempo destinado para ello. Mi mente es un computador cuando abres 200 ventanas. Escribo para intentar cerrarlas... Y luego abrir una sola. Una tarea a la vez. Creo en el poder de la escritura más de lo que creo en cualquier dios. Escribir para expandir el tiempo. Oh poderosas hormiguitas cuenteras, no me abandonen nunca. 

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