lunes, 4 de julio de 2016

¡Me gusta cantar y ya!

Cuando empecé a meditar hoy tenía muchas dudas... ¿Cuál era el propósito? ¿Qué sentido tenía?... Puse la música que siempre utilizo y me senté... fue un viaje interrumpido, algo caótico y emocional. 

Me encontré conmigo sentada al frente. Una versión de mí "rota", quemada, en cenizas. Pero yo estaba al frente, cubierta de una burbuja de luz. Levité por la ciudad, por el país, salí de la tierra, y fui una mezcla de ambas personas, una extraña mezcla de angustia y tranquilidad. 

Mientras me sentía abrumada por lo pequeña que era frente a todo lo que veía, pensaba "No soy nada" "No importa nada de lo que piense, haga, medite, descubra, escriba"... "Nada importa en absoluto" ¿entonces qué hago cuando nada importa? 

Regresé a mí, a sentir el suelo frío bajo mis muslos, la espalda un poco más tensa en el lado derecho, la sangre subir por mis piernas; sentí los pómulos sin sonrisas. Escuché los pájaros, el tic tac del reloj, mi respiración. "Dibujé sonrisas", subí los músculos de los pómulos y sentí como mis ojos se contagiaban, sentí una luz cálida bajo mis párpados. 

El ruido de mi gato que saltó de repente, me sacó de mí y abrí los ojos para ver un pájaro blanco abrir sus alas frente a mi, en el balcón. En ese momento fui el pájaro, extendí mis alas y canté, escuché mi voz fluir libremente desde mi abdomen hasta mi cara y entendí que no importa que nada tenga sentido... ¡Me gusta cantar y ya!

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