jueves, 21 de mayo de 2015

Días del lienzo en blanco


Estoy sentada escuchando los carros pasar, las sirenas sonar, los pájaros cantar, los murmullos de la ciudad, como todas las mañanas... la misma mesa, el mismo café, los mismos sonidos, la misma sinfonía. 

Hay días en los que no me siento bien, en los que me duelen los segundos. Días nostálgicos de recordar heridas, de observar sufrimientos ajenos injustos, sentirme absolutamente impotente y llorar. 

Hay días más felices, días en los que oler el café es suficiente para saber que el mundo es interesante, fuerte y lleno de sabores, como el expreso que me llena de energía. 

Hay días como hoy, que no se deciden, en los que hay una inercia que me he ganado y que me hace mover en días como hoy... No me siento llena de energía, tampoco cansada. No siento que la felicidad me atropella, pero tampoco la nostalgia. Los días del lienzo en blanco, los días de un gris que no es amargo y hasta llega a ser bello. Días que en apariencia no traen nada, salvo tiempo para construir, es decir, todo. Días en los que haré lo que debo hacer... 

Si me vez por ahí, me verás tranquila, me verás caminando despacio, con los ojos cerrados y susurrando melodías... si me vez por ahí, me verás observando, pensando en nada, porque hoy no hay ansiedad. Aprendiendo de cada conversación que escucho por casualidad, aprendiendo de aquellos amigos que me saludan... Días del vaso vacío, días para aprender... también son días importantes, mucho, diría yo.

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