martes, 12 de enero de 2016

Testigo

El universo está construido así. La vida mirándose a sí misma en el espejo. Nuestra conciencia hecha para conocer el entorno y allí reconocer nuestra grandeza y nuestra pequeñez. Ver el mundo parece ser una clave para ser feliz. Interesarse por todo lo que hay allá afuera... y la felicidad parece infinita como lo es el universo. Nunca dejan de existir cosas o personas que puedan sernos interesantes. En mi caso, quitar el ego del camino con su ensimismamiento y ganas de que me vea como un ente aislado, diferente... "mejor". En mi caso, debo cuidar que ese ego no  me aleje de la alegría de descubrir el mundo y dentro de él, la música con sus herramientas y alcances, las personas con sus pataletas y virtudes que no tengo o que sí. Que no sea el ego la piedra que me ata a la tierra y me impide volar con las águilas. Que tenga siempre la humildad de reconocer más lo que queda por aprender que lo que sé, lo que aún no entiendo que lo que he conseguido. El amor a mí misma viene por ser capaz de reconocer estas verdades, por hacer el esfuerzo que tenga que hacer. Porque el ego y el amor son inversamente proporcionales. 

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