jueves, 1 de marzo de 2018

Sentido

Sonidos del ventilador, sillas que se mueven, voces en la distancia... y están esos micro-sonidos que no me esfuerzo por entender... 

En mis oídos sonidos del interior de una selva, y mis sensaciones viajan aunque siga sentada frente a la mesa de madera, con un vaso azul que me hace recordar un bar, con una taza que tenía café y que ahora tiene la semilla del durazno que acabo de comer. 

En mi boca, la saliva aún me recuerda que las frutas me sientan bien. Mis piernas cruzadas disfrutan del encuentro. Mis manos frías se apoyan sobre el teclado del computador y extrañan las teclas del piano y los bigotes del gato cuando se rehúsa a ser menos importante que una melodía. 

Mis hombros están guardando recuerdos y preocupaciones. Mis ojos como lentes desenfocados y ausentes. Mi garganta, abierta, como cuando quiero cantar, como las flores, como los pájaros cuando abren un copete rojo, como yo cuando me excito, como mi corazón cuando se abra el portal... ¿Se abrirá? 

No me gusta la fe en que algo traerá sentido a mi vida... Prefiero crearlo. 

Lo más cercano a la extraordinaria sensación de amar es crear música. Música bella. Música en la que sienta que estoy "parada sobre los hombros de los gigantes", "volando sobre los verdaderos dragones"... Nada me hace más feliz que estudiar a los grandes. Ellos me hablan. Ellos me abrazan. Con ellos la soledad tiene más sentido que cualquier compañía. 

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